lunes, 7 de abril de 2014

Philomena

Antes de comenzar con mi análisis de la película Philomena (2013), dirigida por Stephen Frears, voy a soltar unos cuantos adjetivos evaluativos sobre la película: enternecedora, aleccionadora, emotiva, conmovedora. Nadie que vea este largometraje inglés puede quedar indiferente ante los sentimientos maternos, la lealtad hacia las raíces, y también, el perdón a quienes obraron de mala manera.

Ahora sí, pongámonos serios. Philomena se enmarca dentro de un tema que, al parecer, fue bastante controversial dentro de la Iglesia Católica irlandesa. La protagonista de la historia, Philomena Lee (Judy Dench) es una mujer de la tercera edad que, después de que pasaran cincuenta años, decide buscar al hijo que tuvo cuando era una adolescente y que las monjas de un orfanato dieron en adopción. Su hija Jane (Anna Maxwell) le pide a un periodista, Martin Sixsmith (Steve Coogan), que la ayude a encontrar a ese hijo perdido de su madre. Sixsmith, que se había quedado sin trabajo por un escándalo político, dirige sus energías hacia el trabajo de investigación de historias de vida y con ello guía a Philomena al paradero de su hijo perdido.
Así, encontramos en esta sinopsis, al menos implícitamente, el contrato: Martin Sixsmith y Philomena Lee se alían para, cada uno, lograr un objetivo. Martin quiere escribir un libro, reavivar su carrera como periodista; Philomena, por su parte, quiere encontrar a su hijo, resolver aquel “aquel viejo asunto pendiente”. Este contrato se verbaliza en la escena en que los dos se ven por primera vez. Allí, sentados en un restaurant, Philomena le pregunta a Martin si él puede ayudarla a encontrar a su hijo.
Para buscar respuestas sobre el destino de Anthony (así se llama el hijo), y para empezar a armar la historia que debe escribir, Martin y Philomena viajan a Roscrea, el orfanato donde Philomena dio a luz a su hijo y, luego, donde vio que se lo llevaban cuando apenas él tenía dos años. En el orfanato no obtienen información alguna sobre Anthony, pero sí un contrato (así llamado por Martin) firmado por Philomena, a través del cual accede a que las monjas del reclusorio decidan sobre la vida de su hijo. Después de visitar el orfanato,

Philomena, hablando Martin y con Jane, manifiesta: “Quisiera saber si Anthony tiene algún recuerdo de mí”. Con este enunciado, entendemos, pues, que Philomena es una persona que desconoce si su hijo “la pensaba”; también entendemos con que la narración se construye en torno a la modalidad del saber: no quiere solamente encontrar a su hijo; quiere saber que su hijo ha pensado en ella, así como ella en él.
En las cercanías del orfanato, Martin se entera de que todos los niños del orfanato eran adoptados por norteamericanos católicos. Como él, Martin, había trabajado en Washington y, por lo tanto, tenía unos cuantos “contactos”, buscó ayuda en la capital estadounidense y viaja entonces con Philomena para encontrar al hijo perdido. Por el ritmo en que se cuenta la historia, suponemos que consiguen información de Anthony muy pronto; sin embargo (y a partir de aquí escribiré varios datos de la historia que son cruciales, así que si mi amigo lector no ha visto la película, sugiero entonces que no siga leyendo), la información que encuentran es que Anthony ya ha fallecido.

Aun así, Philomena decide seguir buscando en Estados Unidos lo que deseaba. Durante su búsqueda, sabe que Anthony había sido rebautizado como Michael Hess, que era republicano, había sido consejero presidencial de dos presidentes en la Casa Blanca y que era homosexual. Va a entrevistarse entonces con una excompañera de trabajo de la Casa Blanca, con su hermana Mary (también adoptada en Roscrea junto con él) y, por último, con su compañero sentimental, Pete. Es este quien le da toda la información que necesita: Anthony había pensado en ella toda su vida, y no solo eso, sino que la había ido a buscar y que pidió, como último deseo antes de morir, que fuera enterrado en el orfanato de Roscrea. Según Philomena, Anthony sabía que ella lo encontraría ahí.
De esta manera, entenderemos que la transformación de Philomena se completa: pasó de ser una mujer atribulada por el desconocimiento de qué había pasado con su hijo y la incertidumbre de si él la había buscado a ella también, a una mujer satisfecha por haber encontrado toda la información que quería encontrar. Al mismo tiempo (y esto es un dato que no aparece en la película pero que se puede corroborar con cualquier información sacada de Internet, pues la historia es un hecho verídico, de la vida real), Martin consigue organizar, escribir y publicar la historia de Philomena. De hecho, la película está basada en el libro que el mismo Sixsmith escribió, en el cual narraba todo el proceso que él y Philomena pasaron para lograr que Philomena cumpliera su deseo. Martin pasó, entonces, de ser un periodista sin trabajo a ser un escritor con relativo éxito (y digo relativo, pues no sé nada sobre su vida como escritor) tras la publicación del libro. Esto, no obstante, no lo conocemos por la película, así que, al menos en la cinta, el programa narrativo de Martin no está terminado.



No diré más sobre Philomena porque, creo, ya informé demasiado a aquel lector de este blog  que no ha visto la película aún. Mil disculpas por eso, pero no me resistí ni un momento a escribir sobre la historia, que me hizo sonreír después de todo.  

lunes, 31 de marzo de 2014

Lust for life (El loco de pelo rojo)



Hace unas semanas descubrí una película que relata los años de mayor producción pictórica de Vincent Van Gogh. La cinta, El loco de pelo rojo (Lust for life), protagonizada por Kirk Douglas y dirigida por Vicente Minnelli, salió en 1956 y ganó un Oscar al mejor actor de reparto, que ganó Anthony Quinn.
Sé que tenía mucho tiempo sin agregar una nueva entrada a este blog, pero después de ver la película de Minnelli me entusiasmé nuevamente a escribir sobre contratos y transformaciones, sobre todo porque estas películas, las de corte biográfico, son un reto mayúsculo cuando se trata de encontrar estos dos elementos de un programa narrativo. Pero la película, al menos en este aspecto, creo que logra mostrar al menos uno de los dos aspectos y voy a explicar a continuación el porqué.
Las películas de corte biográfico por lo general no muestran un propósito del personaje principal. Muchas de ellas básicamente se circunscriben a relatar aspectos resaltantes de la vida de quien recrean, sin atender al hecho de que esos personajes (los cinematográficos, no los reales) deben tener una meta, un proyecto, un deseo, y su deber es materializar ese proyecto o cumplir el deseo que tienen en mente. El loco de pelo rojo, vuelvo a decir, en la presentación de las metas del personaje principal, Vincent Van Gogh, cumple su cometido, pues en los primeros veinte minutos de la película se dibuja el carácter de insatisfacción personal al no ser él un hombre útil a otros, a la sociedad entera. Al principio del largometraje, Vincent es representado como un individuo que no encaja en ningún patrón idóneo de conducta, y eso a él mismo le perturba. Por eso, cuando es rechazado por un Comité de Mensajeros de la Fe para ser predicador evangélico, implora que se le considere para trabajar, pues él necesita ofrecer algo al mundo. Así, se cumple
Buena recreación de la habitación de Van Gogh
al principio de la película lo que yo llamo un pre-contrato (un contrato previo al contrato que desencadena realmente todos los eventos de la historia), con el reverendo Peeters, quien le propone ir a un asentamiento de mineros en Bélgica, lugar al que nadie quiere ir a predicar. Vincent se dirige a esas minas y pone todo su empeño, no solo para predicar, sino para ayudar a otros, dándoles comida, ropa, incluso cama (literalmente), aun a costa de él carecer de estos recursos. Pero su proceder disgusta a la Iglesia que representa y esto, a su vez, disgusta a Van Gogh, que descubre la hipocrecía de quienes dicen llevar la palabra de Dios (esto lo dice el personaje, no yo).
Ante el fracaso que supone el no poder conjuntar la predicación de la palabra de Dios con las prácticas de trabajo de la Iglesia, Van Gogh se siente desolado, siente que, una vez, más, ha fracasado. Pero una visita, la de su hermano Theo, lo guía hacia lo que supondría el logro de sus objetivos: aportar algo al mundo. En la conversación con Theo, Vincent le dice que en el fondo sigue queriendo las mismas cosas: “poder ser útil, trabajar, ofrecer algo al mundo”. Theo, que en la película toma el lugar de lo que en semántica estructural se llama Ayudante, le pide a Vincent que regrese a su casa y le exige –y aquí viene el contrato más importante de la historia– que nunca se desvincule de él y siempre le participe qué hará y adónde va. Así, a lo largo de la película vemos cómo Vincent va de un lado a otro, de su casa natal a París, de París a Arles, de Arles a un sanatorio, pero nunca daba un paso sin antes contárselo a su hermano, mientras este, a su vez, lo ayudaba económicamente para que pudiera trabajar en sus pinturas.
En su casa natal, Van Gogh comienza a pintar con mucha dedicación –gracias a la donación que le hace Theo de pintura, lienzos y pinceles– y se pregunta si la pintura es, efectivamente, el camino para dar algo al mundo.
Vincent y su hermano Theo
Acotemos entonces que sin la ayuda de Theo, si él no lo hubiese sacado de las minas, Vincent no habría podido preguntarse cuál era su misión en la vida. Un dato importante del personaje Theo es que él era agente o mercader de arte en París, un oficio que le permitía vender pinturas y, al mismo tiempo, conocer a famosos pintores de la época. Por eso, él invita a Vincent a vivir con él en París, no solo para que pueda pintar sino también para que pueda aprender de la conceptualización que sobre el arte tenían los artistas de la ciudad. Allí, Vincent conoce a Pisarro, Seurat y Gauguin (personaje interpretado por Anthonny Quinn, ganador del Oscar por este papel) y consigue acercar su trabajo a la perfección. Sin embargo, él no se daba cuenta de ello, y partir de su estadía en París se cuestiona cada vez más su trabajo. Debido a ello, y debido también a que su hermano Theo no lograba vender ninguna de sus pinturas, Vincent va cayendo poco a poco en una frustración y una locura que tendrán su clímax tras una fuerte discusión con Gauguin y tras su ya famosa “cortada de oreja”.
Así, lo que queda por contar en la película es cómo poco a poco la locura y la incompresión del mundo hacia él y de él hacia el mundo, así como su lucha por su enfermedad mental, se apoderaron de él hasta matarlo. Vincent siempre tuvo el apoyo y la atención de su hermano, pero nunca logró ver que había logrado su objetivo de vida; ni siquiera su hermano, quien –y esto no se cuenta en el largometraje– murió un año después que él. Fue su cuñada Johanna, esposa de Theo, quien, luego de la muerte de este, se dedicó a vender y a hacer conocer las pinturas de Vincent Van Gogh.
Sin embargo, si nos circunscribimos únicamente a la película, no se logra ver –y esa es mi impresión–  que Vincent se haya transformado, haya cumplido su deseo de ser un donante al mundo gracias a su trabajo. Sabemos, sí, que aportó mucho a la cultura occidental porque, vamos, es uno de los artistas más nombrados en la historia del arte, pero si un espectador “desconociente” del personaje Van Gogh ve la película, no encontrará una manifestación evidente de que el trabajo del pintor haya rendido frutos.


No importa, la película es hermosa, al menos así la catalogo, pues Vincent Van Gogh no es un pintor cualquiera. Su obra refleja esa desesperación de la que tanto hablan los historiadores, esa búsqueda de paz y consuelo en las escenas más simples. Yo, particularmente, soy un admirador de su arte, por eso puedo alabar tantas veces a la película, a pesar de que no muestra el deseo cumplido del pintor. 

jueves, 28 de junio de 2012

Toy Story

¡Eres mi alguacil preferido! es la segunda frase proferida por el juguete más carismático del cine en Toy Story (1995). La película, dirigida por John Lasseter y producida por los estudios Disney, narra la aventura de Woody, un vaquero de juguete que, junto a sus otros amigos juguetes, vive feliz sólo por pertenecer a Andy, un niño de seis años.
La historia comienza con la llegada de Buzz Lightyear, un astronauta de juguete que desconoce que es un juguete y que supone que la habitación de Andy es un planeta desconocido. Woody, que es el juguete favorito de Andy, pronto se sentirá desplazado por Buzz, que es, desde el punto de vista tecnológico, más sofisticado que el vaquero. Con la llegada de Buzz, no sólo Andy aparta de su lugar, aunque sólo temporalmente, a Woody, sino que los otros juguetes comienzan a sentir fascinación por el juguete nuevo.
Una vez descritos los elementos iniciales de la historia, tenemos que empezar a buscar los elementos que constituirían la estructura del relato y, sobre todo, el contrato y las transformaciones. En primer lugar, está Woody, un juguete que siente que deja de ser el favorito por Andy. La situación inicial de Woody es que carece de la atención del niño y, cuando él supone tal situación, pacta consigo mismo recuperar su lugar, diciendo "Les demostraré que sigo siendo el consentido". Allí comienza realmente el nudo de toda la historia, pues Woody buscará por todos los medios recuperar sus "privilegios", transformar su situación inicial. 
¿Qué sucede entonces? A Woody se le ocurre dejar a Buzz en la habitación y salir él con Andy una noche en que la mamá del niño lo lleva a Pizza Planeta, pero el plan no resulta como lo tenía planificado, y en vez de dejar a Buzz en la habitación, lo lanza por la ventana hacia la calle. Woody es acusado por el resto de los juguetes y por ello decide rescatarlo, pero tras una serie de situaciones y eventos, ambos, Woody y Buzz, terminan en manos de Syd, el vecinito malvado que daña los juguetes por puro deleite.
Haciendo un paréntesis, me gustaría hacer dos acotaciones sobre la película. La primera está relacionada con "el viaje", el periplo de Buzz y Woody durante el cual se producen las transformaciones. Los "viajes" de los actores son un tema recurrente tanto en la literatura como en el cine (recuerdo particularmente Estación Central, película comentada ya en este blog), y aquí, aunque el viaje es, en recorrido, más corto, es suficiente para transformar a los personajes principales de la historia. La segunda acotación está relacionada con la transformación de Buzz: él, al principio de la película, ignora que es un juguete, no lo sabe. Pero en ese viaje descubre que no es astronauta, sino un juguete. Woody se lo repetía, pero sólo tras un suceso en ese viaje se convence de su estado. Aunque la transformación de Buzz no es el tema principal de la historia, sí es suficientemente conmovedora para que cualquier espectador la recuerde.

Bien. Retomando lo anterior, y sin ahondar mucho en qué sucede en la casa de Syd, sólo diremos que Woody se da cuenta de que no puede continuar el regreso a casa sin Buzz, lo que es un indicador de que iba a compartir su lugar como juguete preferido y que ello, pues, no implicaba necesariamente perder sus "privilegios". Así, podemos decir que la trama de la película se desarrolla a partir de una situación inicial engañosa, pues Woody nunca pierde su lugar como juguete favorito de Andy, sólo lo comparte. En otras palabras, no existe transformación en la película más allá del descubrimiento, por parte de Woody, de que nunca dejó de ser preferido (y no EL preferido). Sin embargo, la irreal situación inicial es la excusa perfecta para contar la aventura Woody y de Buzz fuera de la protección que da el techo de la casa de un niño de seis años.



 

lunes, 23 de mayo de 2011

Les choristes (Los chicos del coro)

 Vi esta película dirigida por Christophe Barratier hace unos tres años, cuando estudiaba francés. La verdad, la busqué solo para escuchar el acento de la lengua francesa más que por curiosidad de cinéfilo. Sin embargo, apenas comencé a verla, dejé a un lado la sonoridad del francés y me detuve a observar cómo se desarrollaba la trama.
Los niños que están internados en Fond de l'etang tienen sangre de delincuentes en las venas. Son prácticamente incorregibles, aun cuando el estricto director, Monsieur Rachin (François Berléand), aplica un método conductista bastante rígido de castigo. Un día llega al internado Clément Mathieu (Gérard Junot), un director de orquesta retirado cuyo cargo en la escuela sería el de prefecto (aún no sé exactamente qué hace un prefecto en una escuela, pero digamos que es otro profesor). Mathieu aplica un método diferente para educar a los niños: les enseña a cantar. Y el enseñarles música no solo baja los niveles delincuenciales en la sangre de los niños sino que además hace que el prefecto descubra potenciales artistas del canto, como el niño Pierre Morhange (Jean-Baptiste Maunier), una mente criminal perfecta que necesita sentirse querido por su madre y educado por algún ser capaz de enseñarle algo más que los castigos conductistas de la "action... reaction". 
Definir el programa narrativo de esta película es relativamente: un exdirector de orquesta (Mathieu) propone a un grupo de niños cantar, y con ello les enseña disciplina. Mathieu se convierte, así, en el "donante", el dador de un método con el cual se pueda corregir el comportamiento de los niños, cuya vida estaba destinada a la execración social.
¿Pero son los niños, todos los niños, los beneficiarios de la ayuda dada por Mathieu?  Me hago la pregunta porque el contrato que debe establecerse entre el prefecto y TODOS los niños no es explícito; Mathieu los pone a cantar, sin siquiera decirles "quiero hacer un coro"... El verdadero contrato, creo, es aquel que específicamente se da entre Mathieu y Morhange cuando, al Morhange ser escuchado por Mathieu cantando, este le exige (¡vaya contrato!) que asista a los ensayos del coro. Morhange tenía una voz excepcional, Mathieu lo nota y por eso lo obliga a participar en el coro, puesto que percibía que el aparente delincuente Morhange no era sino solo un disfraz (probablemente era un rebelde sin causa que se sentía abandonado por la madre, una mujer que, sin embargo, se preocupaba demasiado por su hijo... El sentimiento de Morhange hacia su madre es materia prima para psicoanalistas, sin duda, pero creo que ese lado de la película no está lo suficientemente explotado como para que se haga evidente la causa de la rebeldía del muchacho).
¿Si Mathieu logró transformar al muchacho? Por supuesto. La intervención de Mathieu hace que el niño descubra su propio don, que su madre también lo descubra, y que sea él aceptado en un conservatorio de música, desde el cual empezaría una muy brillante y exitosa carrera como cantante. Evidentemente Morhange deja de ser un delincuente y se convierte en un ciudadano ovacionado por el público, la crítica y el éxito.

P.D.: Habría esperado que la musa que ayuda a escribir entradas de blogs bajase para que me socorriese esta noche. Obviamente no bajó, y si bajó no me ayudó. En fin... Me he propuesto como tarea retomar este espacio. La tarea es difícil, pero sabiendo que escribir este blog es parte de mi ejercicio de escritura, pues no me preocupo mucho por el hecho de que la entrada haya quedado poco llamativa... Ya vendrán otras entradas mejores.

lunes, 18 de octubre de 2010

Forrest Gump (1994)

He estado ausente por mucho tiempo, y no ha sido por quererlo, sino porque el trabajo que supone comenzar de nuevo a dar clases y mi vida personal me han dejado poco tiempo para dedicarme a este pasatiempo... De todas formas, no creo que muchos cibernautas hayan entrado siquiera a mirar las fotografías, así que no me siento en deuda con nadie...


Lo que sí quiero hacer hoy es comentar acerca del programa narrativo, de "el contrato" y "la transformación" en, tal vez, mi película favorita de siempre: Forrest Gump (1994). Hacer un comentario sobre este tema en esta película supone para mí un reto mayúsculo, por cuanto, a pesar de las veces innumerables que he disfrutado de esta producción, no estoy seguro de cuál sea ni en dónde esté el contrato que produzca una transformación en el personaje principal. En efecto, la película, superficialmente, no aborda un tema único; el director sólo se dedica a contar las peripecias y periplos de Forrest Gump. Pero eso es superficialmente... Tiene que haber un programa narrativo que produzca una transformación en Forrest Gump, y eso, precisamente, es lo que intentaré exponer en estas líneas.


En principio, Zemeckis nos muestra a un niño "raro": mucho silencio, coeficiente intelectual bajo, además de unos aparatos ortopédicos que contribuyen a un caminar más bien aparatos-o, son las singularidades de Forrest. Su madre le inculca a su hijo la necesidad de aceptación social, y esa aceptación pasa por desligarse de su naturaleza taciturna y distraída, además de los aparatos ortopédicos (precisamente, cuando se deshace de ellos, empieza a desarrollar una aptitud por la cual es aceptado en la universidad: la velocidad al correr).


¿Pero cómo conseguirá Forrest Gump deslastrarse de su naturaleza --precisamente porque es su naturaleza-- para conseguir ser aceptado por los demás? El cambio, sin duda, tiene que empezar con un contrato, un acuerdo, y ese acuerdo es entre él y Yenny, cuando él sube al bus de la escuela por primera vez y ella le ofrece sentarse a su lado (¡bam! ¡El contrato!). Al invitarlo a sentarse, no sólo le ofrece un asiento, le ofrece también la amistad, el amor y la posterior relación sexual que le permitirá engendrar a un muy inteligente niño... Es, Yenny, pues, la destinadora, el personaje que, por medio del acuerdo, le dará a Forrest Gump la oportunidad de cambiar su "rara" naturaleza y adaptarse, en consecuencia, al mundo...


Curiosamente, Forrest Gump, aun cuando todos a su alrededor lo veían como un hombre "poco normal", es aceptado por la sociedad norteamericana de su tiempo (es gloria del deporte, héroe en la guerra de Vietnam, multimillonario), sólo que él no se percataba de dicha aceptación. Sólo con el descubrimiento de que tuvo un hijo con Yenny, y que, además, ese hijo es "listo e inteligente", sólo, así, digo, es que Forrest se deshace de su naturaleza anormal, o por lo menos se da cuenta de que no es anormal, pues en su ADN, heredado a su hijo, no se ha desarrollado tal rareza... (Notemos además que, cuando descubre que ha cambiado su estado (soy anormal/ahora no lo soy) la película cambia la voz narrativa). El niño hace, pues, que su padre continúe en el mundo con una naturaleza más adaptable a él (el niño se llama Forrest Gump, igual que él, es decir, seguiría siendo Forrest Gump, sólo que con una actitud diferente hacia el mundo. Lo observamos si comparamos las escenas del bus entre el primer Forrest y el segundo... Simplemente, espectacular).


Siempre he adorado esta película, la he recomendado infinitas veces, además de que me sé casi de memoria los diálogos, pero después de descubir su programa narrativo (al menos creo que ese es), me doy cuenta de que probablemente no haya película que me guste más que esta...