lunes, 23 de mayo de 2011

Les choristes (Los chicos del coro)

 Vi esta película dirigida por Christophe Barratier hace unos tres años, cuando estudiaba francés. La verdad, la busqué solo para escuchar el acento de la lengua francesa más que por curiosidad de cinéfilo. Sin embargo, apenas comencé a verla, dejé a un lado la sonoridad del francés y me detuve a observar cómo se desarrollaba la trama.
Los niños que están internados en Fond de l'etang tienen sangre de delincuentes en las venas. Son prácticamente incorregibles, aun cuando el estricto director, Monsieur Rachin (François Berléand), aplica un método conductista bastante rígido de castigo. Un día llega al internado Clément Mathieu (Gérard Junot), un director de orquesta retirado cuyo cargo en la escuela sería el de prefecto (aún no sé exactamente qué hace un prefecto en una escuela, pero digamos que es otro profesor). Mathieu aplica un método diferente para educar a los niños: les enseña a cantar. Y el enseñarles música no solo baja los niveles delincuenciales en la sangre de los niños sino que además hace que el prefecto descubra potenciales artistas del canto, como el niño Pierre Morhange (Jean-Baptiste Maunier), una mente criminal perfecta que necesita sentirse querido por su madre y educado por algún ser capaz de enseñarle algo más que los castigos conductistas de la "action... reaction". 
Definir el programa narrativo de esta película es relativamente: un exdirector de orquesta (Mathieu) propone a un grupo de niños cantar, y con ello les enseña disciplina. Mathieu se convierte, así, en el "donante", el dador de un método con el cual se pueda corregir el comportamiento de los niños, cuya vida estaba destinada a la execración social.
¿Pero son los niños, todos los niños, los beneficiarios de la ayuda dada por Mathieu?  Me hago la pregunta porque el contrato que debe establecerse entre el prefecto y TODOS los niños no es explícito; Mathieu los pone a cantar, sin siquiera decirles "quiero hacer un coro"... El verdadero contrato, creo, es aquel que específicamente se da entre Mathieu y Morhange cuando, al Morhange ser escuchado por Mathieu cantando, este le exige (¡vaya contrato!) que asista a los ensayos del coro. Morhange tenía una voz excepcional, Mathieu lo nota y por eso lo obliga a participar en el coro, puesto que percibía que el aparente delincuente Morhange no era sino solo un disfraz (probablemente era un rebelde sin causa que se sentía abandonado por la madre, una mujer que, sin embargo, se preocupaba demasiado por su hijo... El sentimiento de Morhange hacia su madre es materia prima para psicoanalistas, sin duda, pero creo que ese lado de la película no está lo suficientemente explotado como para que se haga evidente la causa de la rebeldía del muchacho).
¿Si Mathieu logró transformar al muchacho? Por supuesto. La intervención de Mathieu hace que el niño descubra su propio don, que su madre también lo descubra, y que sea él aceptado en un conservatorio de música, desde el cual empezaría una muy brillante y exitosa carrera como cantante. Evidentemente Morhange deja de ser un delincuente y se convierte en un ciudadano ovacionado por el público, la crítica y el éxito.

P.D.: Habría esperado que la musa que ayuda a escribir entradas de blogs bajase para que me socorriese esta noche. Obviamente no bajó, y si bajó no me ayudó. En fin... Me he propuesto como tarea retomar este espacio. La tarea es difícil, pero sabiendo que escribir este blog es parte de mi ejercicio de escritura, pues no me preocupo mucho por el hecho de que la entrada haya quedado poco llamativa... Ya vendrán otras entradas mejores.